El mayor cineasta de Chile y del continente en el que estamos se llamó Raúl Ruiz. El genio de Puerto Montt decía que el cine de un país tiene una primera división de cineastas, pero que en verdad lo que lo define es su segunda línea.
El cine chileno actual tiene un autor consagrado y una segunda división en formación con muy buenos realizadores jóvenes. ¿En dónde ubicar a José Luis Torres Leiva? Digámoslo así: Torres Leiva es una anomalía; quizás nos enteremos pronto de que él no pertenece a ninguna de esas ligas, pues como Ruiz y el gran heredero de este, Ignacio Agüero, ellos juegan directamente con otras reglas. Es cierto que el cine de Torres Leiva es muy distinto al de los dos maestros citados, pero no es casual que en dos de sus recientes películas Agüero esté presente.
Torres Leiva ha hecho de todo: documental de observación, ficción, cine híbrido. Ha tratado temas tan diversos como el amor, las catástrofes naturales, la locura y las esperanzas de los hombres comunes. Ninguna película suya es cruel; todas sus películas son formalmente delicadas.
Cada película es una profesión de fe: en el cine y por eso también en el mundo.
Roger Koza