Dir.: Grigori Aleksándrov, Serguéi Eisenstein
URSS, 1928 / 110 min / ATP
Jim Hoberman decía que Octubre “era el equivalente soviético de la Capilla Sextina: la obra de un artista al que se le encarga representar el sagrado origen del universo”. La observación puede sonar hiperbólica, pero es justamente la desmesura lo que organiza la totalidad del film en pos de sellar cinematográficamente un mito fundacional: el advenimiento de la dictadura del proletariado, después de 10 años de la destitución del zar y la toma del Palacio de Invierno. En este sentido, la presencia dramática de Lenin, Trotski o el propio Nikolái Podvoiski (interpretándose a sí mismo) es exigua, y Eisenstein prefiere enfatizar a un protagonista colectivo, apenas singularizando el rostro de los proletarios. El famoso montaje intelectual se evidencia en algunas escenas fascinantes, cuando misteriosos planos se intercalan con otros que incitan a una asociación inmediata; el pasaje de las máscaras es inolvidable. (RK)
Gracias al aporte y generosidad de Fernando Martín Peña.