Desde su nacimiento, el cine encontró en el movimiento una fuente imperecedera de emoción. Desde aquel famoso primer tren llegando a la estación que aterrorizó a los primeros espectadores, como si los fuera a arrollar, a las frenéticas persecuciones a caballo tratando de vencer al enemigo, conquistar el Oeste e imponer una nueva civilización.
Con el correr de los años los vehículos fueron cambiando, pero la pulsión se mantuvo. Mientras más avanzaba la tecnología mayor era la velocidad, los caballos se convirtieron en una forma de medir la potencia de los motores y el western cedió su trono a las películas de acción.
Con los autos aparecieron sus hermanas menores, más ligeras, pero más feroces, más fotogénicas y más seductoras. Un vehículo envuelto en un halo de leyenda, destinado a morir a la sombra de su hermano mayor, pero con una capacidad única de llevar al paroxismo la adrenalínica experiencia de la velocidad.
Este año las trasnoches corren en moto. (Ramiro Sonzini – Leandro Naranjo)